domingo, 18 de octubre de 2009

sonntag



Hoy comenzó el invierno. Ese invierno que es el que conocía de Alemania, en el que el viento empieza a traer pequeños copos de nieve y los deja caer sobre los árboles. Es entonces cuando toca comprar los guantes y el gorro y las botas para la lluvia como las de winnie the pooh. Tan sencillas como sea posible, que me protejan de los charcos y la lluvia y la nieve y ese frío que cuando mejor sienta es visto desde el otro lado del cristal. Desde el interior de un hogar con amplias ventanas y una taza de café matutino entre las manos. Me gusta mi ciudad pese al frío, me gusta mi ciudad y como me siento en ella. Me gusta pensar que a su vez, vivir aquí me hace disfrutar más de las escapadas a España para trabajar con la música, los amigos, el sol, el modo de vida del sur de Europa. Me hace extrañarla y eso me gusta.

Acontece la calma. El silencio interior. Las palabras suaves y el sentirte tú misma en compañía de alguien más. Algo prodigioso.
Quizás te conoces mejor, quizás la experiencia del otro te complementa y protege en vez de limitarte. Sienta bien la paz, percibir que igual tu vida empieza a tomar un rumbo adecuado. Un rumbo en el que retomar la respiración y disfrutar de cosas tan sencillas como ver la nieve caer cuando recién te has levantado con un café y compartir por desayuno libros de arte y fotografía. De a poco, volver a organizar los meses y las pausas que necesito para terminar algo hermoso.
Volver a España, al mar, a trabajar con la voz y las melodías.

Despertarme y entre las sábanas, perder los minutos primos del día viendo la nieve caer con el corazón tranquilo.
Como si todo lo anterior hubiera sido un paréntesis.
Un largo paréntesis de aprendizaje.
Y la nieve, el blanco que cae silencioso fuera, en el jardín.

Un manto de majestuoso silencio.

listening to : the radio dept. "deliverance".

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